Era pleno diciembre y con la mayor nevada que he vivido en mi vida fue cómo me recibía Sofía, entera vestida de blanco. Una experiencia sencillamente increíble. Un viaje que realicé sola y que me fascinó, pese a los obstáculos a los que tuve que enfrentarme (os lo cuento en este post).

Desde hacía tiempo me llamaba la atención visitar Sofía. No sé muy bien por qué, pero cada vez me entraban más ganas.

Puede que la Catedral de Alexandre Nevski fuera la culpable, siempre he sentido especial interés en conocerla. Además, el hecho de que sea un país del que poco se habla y que tan cerca tenemos me hacía tener algo que me invitaba a ir y conocerlo con mis propios ojos.

Así que me informé sobre todo lo que había que ver en Sofía y alrededores, lo planeé, hice click y por 40 euritos tenía mi vuelo a la capital búlgara.

El vuelo llegó un viernes por la noche, por lo que mi idea era aprovechar el sábado para ir al Monasterio de Rila y por la tarde-noche conocer Sofía y seguir el domingo hasta por la tarde, que era cuando salía mi vuelo de regreso a España.

Creo que es un plan perfecto, si madrugáis mucho os da para aprovechar el día. Al ser una ciudad pequeñita, todo lo que hay que ver en Sofía se puede ver perfectamente en unas pocas horas se ve, sobre todo si el buen tiempo os acompaña.

Pero en mi caso, tuve que cambiar mi plan. Se pusieron en mi camino todos los contratiempos que os podéis imaginar para llegar al Monasterio de Rila y finalmente no pude ir 🙁 Lo intenté hasta el final, pero me quedé a mitad de camino y decidí volver y aprovechar el tiempo para conocer Sofía.

Algo que me decepcionó mucho, pero soy de las que pienso que las cosas ocurren por algo, y si algo no tiene que ser, no será. Hay que aprender a mirar el lado positivo de las cosas, que siempre hay uno. Os cuento en este post cómo llegar al Monasterio de Rila y qué me impidió llegar, para que no os pase también.

¿Qué ver en Sofía?

Sofía (en búlgaro София) es la capital y la ciudad más grande de la República de Bulgaria. Creo que una buena opción para un primer contacto con la ciudad y conocer su historia es coger un freetour. Sofía es una ciudad antigua, a mí dio la sensación de que se había quedado congelada en el tiempo, y eso, de una forma u otra, le da mucha esencia.

Mis lugares favoritos que tenéis que ver en Sofía han sido, sin dudarlo, la Catedral de Alexander Nevski y la Iglesia rusa de San Nicolás.

La Catedral de Alexandre Nevski se ha convertido en el símbolo de la ciudad. Se trata de una iglesia ortodoxa, una de las más grandes del mundo ortodoxo, y fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Y no es para menos.

Aunque su exterior es impresionante, su interior me fascinó pese a sus ambiente lúgubre, oscuro y triste. La entrada es gratuita, pero para hacer fotos o videos hay que pagar.

Por su parte, la Iglesia rusa de San Nicolás aunque es mucho más pequeña, sus colores blanco, verde y con detalles dorados perfectamente pintados la convirtieron, para mí, en la más bonita. Se trata de un templo ortodoxo, cuya decoración, donde predominan los colores blanco, verde y dorado, está inspirada en las iglesias moscovitas del siglo XVII.

¿Qué otros lugares tenéis que ver en Sofía?

Teatro Nacional Ivan Vazov: El teatro está construido en estilo neoclásico. Durante el bombardeo de Sofía en la Segunda Guerra Mundial el edificio sufrió grandes daños siendo reconstruido en 1945.

Mezquita de Banya Bashi: es una de las mezquitas más antiguas de Europa. ‘Banya Bashi’ significa ‘muchos baños’, por lo que, al estar rodeadas de antiguos manantiales de agua mineral termal, se le atribuyó ese nombre. Se encuentra al lado del edificio de los Baños Minerales Centrales de Sofía.

Baños Minerales Centrales: este edificio fue inaugurado en 1908 y sus instalaciones estaban alimentadas por manantiales subterráneos. Aunque fue abandonado en los años 80, funcionaron como baños públicos hasta 1986. Posteriormente se ha ido restaurando varias veces hasta 2015, cuando se convirtió en la sede del Museo Histórico de Sofía.

Boulevard Vitosha: es la calle central y principal de compras, dónde también encontraréis varios restaurantes y por la noche tiene mucha vida.

Mercado central: tiene mucha fama pero a mí no me ha parecido nada del otro mundo. En él podréis probar comida típica y comprar souvenirs si queréis.

Yacimientos romano de Serdika: Sofia se asienta sobre una antigua ciudad romana, de la que ya no queda mucho, pero parte de la misma la podemos ver en una parte subterránea localizada en la estación que lleva su nombre (Serdika), en la zona colindante con la plaza Nezavisimost.

Contratiempos en Sofía

Durante mi viaje a Sofía, me encontré con la gran barrera del idioma. Ha sido muy difícil poder comunicarme con la gente. Está casi todo, por no decir todo, escrito en búlgaro y la gente normalmente no habla inglés. Sí lo hacen un poco más la gente joven, pero difícilmente pueden comunicarse, y cuando lo hacen te lo dicen o escriben en búlgaro.

Ni qué deciros en alguna ciudad más pequeña y menos «turística» que Sofía. Por lo menos desde mi experiencia ha sido así como lo he vivido.

Un ejemplo que os pongo es el del último día quería comer comida típica en un restaurante típico de la ciudad. Llegando allí, me dieron la carta en inglés pero el camarero no hablaba inglés.

Llamaron a la encargada, y hablaba algo más pero tampoco sabía recomendarme nada. Además, en mi alojamiento no solo no hablaban inglés sino que me hablaban en italiano o búlgaro. Qué desastre…

¿Cómo moverse por Sofía?

La mejor forma de moverse por Sofía es caminando ya que, al ser pequeña, la podemos recorrer sin necesidad de usar transporte público. Haceros con un mapa y ¡a descubrir Sofía! En cambio, para moverte de sitios más alejados del centro si que tendréis que usar transporte, pero la ventaja es que es muy barato.

Para movernos del aeropuerto al centro y viceversa, la mejor opción es el metro (aunque también hay buses, y el taxi nunca falla si queremos comodidad y ya no operan los transportes públicos). Por 0,70 céntimos conectamos ambos puntos de la ciudad en tan solo unos 20 minutos.

Sale/llega de la T2, así que luego tendréis que coger un transfer si la terminal a la que tenéis que ir es otra o si estáis en una diferente y tenéis que ir al centro. Opera desde las 5:30 de la mañana hasta la medianoche.

En mi caso por ejemplo, como el vuelo llegó después de las 0:00 y con retraso, contraté un transfer desde el aeropuerto hasta mi alojamiento (10 euros). Para ir al aeropuerto lo cogí en la estación de Serdika que es la más céntrica y me pillaba mejor, además no hay que hacer transbordo. Y viendo lo poco que la gente hablaba inglés mejor no arriesgarse a perderse.

Os dejo aquí el link del Aeropuerto de Sofía para que tengáis toda la info sobre los traslados.

Presupuesto de viaje a Sofía (en euros)

Sofía es una ciudad muy barata, sobre todo a lo que transporte público se refiere. Comer en un restaurante de comida típica con pan y vino incluidos costará como mucho unos 10 euros. Pero aquí, como todo, depende de a dónde vayáis. Porque, como en todos los sitios, también hay lugares caros.

Es importante saber que, aunque Bulgaria es un país más de la Unión Europea, su moneda oficial continúa siendo, el Lev (1 euro=0,50 lev aprox).

VUELO: 40 euros i/v con Ryanair

ALOJAMIENTO: 35 euros x 2 noches con desayuno incluido

TRANSFER AEROPUERTO AL ALOJAMIENTO: 10 euros

METRO CENTRO AL AEROPUERTO: 0,70 céntimos

COMIDA: el sábado a media mañana y para comer cogí comida en la calle, en total me gasté 5 euros.

Para la cena, un kebab (también típico de allí y me encantan): 3,50 euros con cerveza incluida 😛

Comida del domingo: sopa típica, con pan y vino: 4,80 euros.

GASTOS EXTRA: Souvenirs: 10 euros; cena en el aeropuerto (bocadillo, agua y postre): 6 euros

TOTAL: 40 euros vuelo + 75 gastos = 115 euros

SI VAIS AL MONASTERIO DE RILA EN BUS: + 12 euros i/v

Para terminar, diría que Sofía es una ciudad con mucho encanto, con buen ambiente y una esencia especial. Me gustó y la recomiendo, pese a los altibajos que ha tenido esta experiencia.

Aunque no creo que vuelva en un futuro (nunca digas nunca), siempre que me acuerdo de ella, recuerdo lo libre y feliz que fui allí mientras veía toda esa nieve ante mis ojos. Una experiencia inolvidable que llevaré siempre conmigo, que al final creo que es lo que hace que todo merezca la pena 🙂


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